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Un artículo de Marti
Colombia puso fin este jueves al sangriento conflicto armado de más de medio siglo, con la firma de un histórico acuerdo para el alto el fuego y el desarme entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla izquierdista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El delegado de las FARC en Cuba, Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko” (d) y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (i) junto a el presidente de Cuba, Raúl Castro (c) sostienen en sus manos el acuerdo de paz.
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El acuerdo final de paz se firmará en Colombia, dijo el mandatario de ese país Juan Manuel Santos, quien agradeció a Cuba y a Raúl Castro por servir de anfitrión al proceso de paz.
En una ceremonia, celebrada en La Habana, Santos y el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, o ‘Timochenko’, escucharon a la lectura de un acuerdo que detalla cómo unos 7.000 rebeldes van a dejar las armas y se van a desmovilizar una vez el acuerdo final de paz se suscriba.
El anuncio fue hecho por los delegados de los países garantes, Cuba y Noruega, en presencia del secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, y los presidentes de México, Chile, Cuba, Venezuela, entre otras personalidades de la región.
“La decisión de las partes representa un paso de avance decisivo, el proceso de paz no tiene vuelta atrás”, dijo el presidente de Cuba, Raúl Castro. “La paz será la victoria de toda Colombia pero también de toda nuestra América”.
Las FARC se comprometieron a entregar las armas y dejarlas en manos de la ONU, que construirá tres monumentos con ellas.
El cese del fuego bilateral y la dejación de las armas comenzarán con la firma del acuerdo final de paz y este último punto tendrá un plazo y desarrollo de 180 días.
Para tal efecto, se creará una instancia de monitoreo que verifique la entrega de los fusiles, que estará integrado por delegados de la ONU, las FARC y el gobierno colombiano.
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También se anunció la creación de áreas y campamentos para los guerrilleros desmovilizados y el compromiso, por parte de las autoridades, para combatir a grupos paramilitares, que estará a cargo de una unidad especial de la policía colombiana.
También se buscará proteger a los partidos políticos, lo que incluye al movimiento que “surja” de la transición de las FARC a la vida civil y política.
Aún quedan temas pendientes por negociar relacionados con la refrendación de los acuerdos para darle soporte jurídico y legal a los mismos a fin de que no sean reformados por un gobierno posterior. El mandato de Santos culmina en agosto de 2018.
El acuerdo final de paz se firmará en Colombia, dijo Santos.
“El acuerdo final lo firmaremos en Colombia y hoy quiero agradecerle finalmente a Cuba, al presidente Raúl Castro, nuestro generoso anfitrión”, dijo Santos desde La Habana, donde su gobierno firmó este jueves con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) las condiciones del alto al fuego definitivo, el desarme de los rebeldes y el mecanismo de refrendación del pacto final de paz.
El expresidente colombiano Alvaro Uribe, férreo opositor al proceso de paz con la guerrilla, dijo que con este acuerdo “la palabra paz queda herida” y se viola la Constitución colombiana y los tratados internacionales.
“La palabra paz queda herida con la aceptación de que los responsables de delitos de lesa humanidad como secuestro, carros bomba, reclutamiento de niños y violación de niñas no vayan un solo día a la cárcel y puedan ser elegidos a posiciones públicas”, afirmó el exmandatario en una declaración.
“La impunidad, además de ser la partera de nuevas violencias, pone a los acuerdos de La Habana incursos en violaciones a la Constitución y a los tratados internacionales de los cuales Colombia es signataria”, subrayó Uribe.
El exmandatario, que no ha sido partidario del diálogo con la guerrilla, inició hace varias semanas una campaña de “resistencia civil” a los acuerdos de La Habana, que incluye recolección de firmas y manifestaciones públicas.
Uribe señaló este jueves que el gobierno de Santos ha aceptado “negociar con el terrorismo el modelo democrático, las libertades económicas y las políticas sociales”, dijo este jueves el expresidente al expresar su oposición a los diálogos”.