DESARME Y SEGURIDAD .
Un comunicado de prensa de Oficina Internacional por la Paz
El OIP, la ONG por la paz más antigua del mundo y ganadora del Premio Nobel, hace un llamamiento a los líderes mundiales del G20, que se reunirán por medios virtuales la semana que viene, para que envíen un mensaje de paz y solidaridad al mundo al abordar la emergencia sanitaria mundial.
Es el momento de abrir una nueva página en las relaciones mundiales que deje de lado las tensiones geopolíticas. Un nuevo contexto que ponga fin a las guerras por poder e influencia y que logre un alto el fuego en los conflictos en todo el mundo, que impiden alcanzar un esfuerzo solidario global.
Debemos levantar la sombra de la guerra y la política militar que ha arruinado la cooperación mundial en los últimos años y trabajar para asegurar que prevalezca un espíritu de paz y solidaridad.
El OIP ha estado por mucho tiempo poniendo la atención del mundo sobre la creciente velocidad de la carrera armamentista mundial.
Nuestras comunidades están pagando un alto precio por una carrera armamentista que ha desviado recursos de las necesidades básicas de la salud y el bienestar de la gente.
Todos pagamos un alto precio por un liderazgo fallido y unas prácticas equivocadas orientadas por los mercados, las cuales han debilitado nuestros medios para hacer frente a esta emergencia que ha golpeado duramente a las personas más débiles.
Estrés en la atención sanitaria
Ahora estamos viendo las consecuencias de la falta de inversión en infraestructura sanitaria, hospitales y personal.
Los hospitales están sobrecargados, las/os enfermeras/os agotadas/os, quedan pocos materiales médicos y se están tomando decisiones de vida o muerte sobre quién puede o no tener acceso al escaso número de respiradores disponibles. Médicas/os y enfermeras/os se ven perjudicadas/os por la irresponsabilidad de las decisiones políticas y económicas del pasado.
Los sistemas de salud están llegando al límite de su capacidad y el heroico personal de primera línea está sometido a una enorme presión.
La emergencia del coronavirus muestra lo debilitadas que se encuentran nuestras sociedades para proteger a la población: un mundo impulsado por la financiarización, el valor de las acciones y la austeridad ha agotado nuestra capacidad para defender el bien común y ha puesto en peligro la vida humana a escala mundial..
Trabajadoras/es con miedo a perder sus empleos y sus ingresos se sienten tentados a ir a trabajar enfermos. Las personas mayores son vulnerables y necesitan ayuda. El virus golpea más fuerte a los más débiles.
La privatización, las medidas de austeridad, y el sistema neoliberal han llevado a los servicios de salud locales, regionales y nacionales al borde del colapso.
En las dos últimas décadas, el número de médicos que trabajan en el sistema de salud se ha reducido en un tercio en los países de Europa occidental.
En Italia, el presupuesto sanitario ha sido recortado en 37.000 millones de euros en los últimos años.
La OMS advierte de que nos enfrentamos a una escasez de 18 millones de trabajadores de salud para el año 2030.
Los municipios necesitan apoyo urgentemente para aumentar el personal disponible. Y ahora se está notando el efecto de estas políticas, especialmente allá donde se han cerrado hospitales a una escala masiva en los últimos años(o han sido privatizados en beneficio de los más ricos), y en algunas regiones, especialmente las rurales, esto ha restringido la atención básica.
Esto nos permite aprender lecciones para el futuro:
* La salud es un derecho humano para jóvenes y ancianos, para todas las personas en todas partes del mundo.
La atención sanitaria y de enfermería nunca debe ser recortada o subordinada en la búsqueda de beneficios a través de la privatización.
* La importancia de un trabajo digno para todo el personal sanitario y de una inversión continua en su educación y formación.
(Artigo continuou na coluna à direita)
(Clique aqui para a versão inglês o aqui para a versão francês.)
How can we work together to overcome this new medical and economic crisis?
(Artigo continuação da coluna esquerda)
Es momento para un Contrato Social Global
Con cada hora que pasa, la magnitud de la crisis se hace más clara.
Esta semana la OIT informó sobre las consecuencias en el mercado laboral:
* Una pérdida potencial de 25 millones de puestos de trabajo, que es más de los que se perdieron durante la crisis financiera de 2008.
Se espera que la pobreza de los trabajadores aumente de manera significativa, donde hasta 35 millones de nuevas personas podrían verse afectadas.
* Las pérdidas de ingresos de los trabajadores podrían alcanzar 3,4 billones de dólares.
Apoyamos los esfuerzos del movimiento sindical a nivel mundial, regional y nacional, en su llamado a un nuevo contrato social.
Apoyamos igualmente el llamamiento a favor de medidas económicas y recursos para proteger los puestos de trabajo, los ingresos, los servicios públicos y el bienestar de las personas.
Esto requiere un compromiso de la comunidad empresarial para mantener a la gente en sus puestos de trabajo, y que el apoyo que se les promete desde sus gobiernos esté condicionado a que se adhieran al contrato social por la seguridad del empleo y los ingresos.
G20: Prioridad al desarme
El mundo dedica 1,8 billones de dólares a gastos militares cada año y está previsto que gaste 1 billón de dólares en nuevas armas nucleares en los próximos 20 años.
Los ejercicios militares a escala mundial cuestan más de 1.000 millones de dólares cada año, y la producción y exportación de armas está aumentando en las principales economías del mundo.
El G20 no puede barrer estos hechos bajo la alfombra. El gasto militar es un 50% más alto hoy que al final de la Guerra Fría. Se sitúa en la asombrosa cifra de 1,8 billones de dólares al año, mientras que la OTAN exige más aumentos a sus miembros.
El G20 es responsable por el 82% del gasto militar mundial, representa casi todas las exportaciones de armas, y tiene en su territorio colectivo el 98% de las bombas nucleares del mundo. El G-20 es una plataforma compartida que reúne los intereses de los principales actores de la carrera de armamentos mundial.
Además, se gastan miles de millones en investigación militar, dinero que se invertiría mejor en salud, necesidades humanas e investigación para ayudar en la lucha contra el cambio climático mundial.
La militarización es el camino equivocado para el mundo; alimenta las tensiones y aumenta el potencial de guerra y conflicto además de agravar tensiones nucleares ya muy elevadas.
Aun así, la arquitectura política que se estableció para controlar la expansión nuclear y el desarme se ignora o incluso se debilita.
El Reloj del Día del Juicio Final del Boletín de los Científicos Atómicos, publicado en febrero 2020, está a 100 segundos de la medianoche – lo más cercano al conflicto nuclear en sus 70 años de historia – y esta pandemia mundial ha empujado aún más el segundero.
Los líderes mundiales deben poner el desarme y la paz de nuevo en el centro de la formulación de políticas.
Los líderes mundiales tienen que desarrollar una nueva agenda para el desarme y eso incluye la prohibición de las armas nucleares.
Volvemos a hacer un llamamiento a los gobiernos para que firmen la TPNW (Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares).
Sin él, perjudicamos nuestra lucha contra futuras pandemias de salud, contra la pobreza, el hambre, por proporcionar educación y atención sanitaria para todos, así como la realización de los objetivos de desarrollo sostenible –SDG- 2030.
El desarme es una de las claves para la gran transformación de nuestras economías, para asegurar que se valore más a los seres humanos que al lucro; economías en las que se puedan resolver los desafíos ecológicos -sobre todo la crisis del cambio climático- y que persigan la justicia social global.
Con el desarme la aplicación de los SDG, un contrato social mundial y un nuevo acuerdo mundial de paz verde, podemos hacer frente a los desafíos de la pandemia del coronavirus.
Sabemos por la historia de nuestra propia organización y de muchas de nuestras organizaciones miembros que en tales crisis, la democracia debe ser defendida por encima de todo, y debe ser defendida contra los estados cada vez más autoritarios.
Pedimos una cultura de paz. Un camino pacífico significa que necesitamos una estrategia global, un contrato social global y una cooperación global para asegurar el apoyo de la gente en todo el planeta. Esto será la solidaridad humana del siglo XXI, para y con la gente.
El OIP está dispuesto y es capaz de trabajar en el establecimiento de este camino pacífico – en colaboración con socios y socias de todo el mundo.
Por eso decimos que una iniciativa del G20 para pasar de una cultura de la militarización a una cultura de paz es tan urgente como necesaria.