Hay muchas opiniones contradictorias acerca de los resultados del Acuerdo Climático de París, por eso CPNN se dirigió a dos de las autoridades más independientes y científicas, James Hanson, ex científico de la NASA, que alertó al mundo sobre el cambio climático en 1988, y Naomi Klein, autora canadiense, activista social, y cineasta conocida por sus análisis políticos y su crítica de la globalización corporativa (ver artículo CPNN sobre su más reciente libro Esto lo cambia todo).
Según James Hanson, el acuerdo es un completo fraude, desviándonos de la verdadera causa del calentamiento global, que es la continua dependencia en el petróleo y el carbón. Su investigación más reciente indica que si no reducimos radicalmente esta dependencia, “el nivel del mar podría llegar a ser de hasta cinco metros más alto en la última parte de este siglo [lo que] inundaría muchas de las ciudades del mundo, como Londres, Nueva York, Miami y Shanghai.
Según Naomi Klein, el acuerdo de París nos lleva hacia atrás. Por lo menos el Acuerdo de Kyoto de 1997 tenía obligaciones legales, mientras que el acuerdo de París no las tiene. Klein nos recuerda la relación entre la dependencia del petróleo y las guerras desastrosas de los últimos años: “¿Pensamos que Irak hubiera sido invadido si su principal producto exportado fuera el espárrago? Probablemente no. Queríamos que el petróleo de Irak… Esto ha desestabilizado toda la región, que ya era particularmente inestable antes por cuenta de guerras y golpes de estado por el petróleo y el apoyo a las dictaduras anteriores”.
Pero había otros actores en París, además de representantes de los gobiernos nacionales. Las ciudades en el mundo estaban allí, al igual que los sabios indígenas, las mujeres africanas y las organizaciones no gubernamentales como Greenpeace. ¿Serán ellos capaces para suceder donde los gobiernos nacionales han fracasado?
ICLEI, “la primera red de más de 1.000 pueblos y ciudades en el mundo para el desarrollo sostenible” se comprometió a continuar con sus propias acciones “para hacer sus ciudades y regiones sostenibles, eco-móvil, con bajas emisiones de carbono, con de la biodiversidad, los recursos eficiente, productiva, saludable y feliz, con una economía verde y la infraestructura inteligente.” “Nuestro Programa de Acciones de Transformación (TAP) en el año 2015 presentó 125 planes de acción locales que tienen el potencial de contribuir para mantener el calentamiento global por debajo de 2 ° C”
Una reunión de sabios indígenas en París emitió un comunicado diciendo, entre otras cosas, que “Todos somos responsables y todos somos capaces de crear un nuevo camino hacia adelante con nuevas fuentes de energía que no dañan las personas o la tierra. Todos estamos obligados a actuar ahora para proteger lo que queda de lo sagrado de agua y la vida.
No podemos esperar las soluciones de los funcionarios del gobierno y de la empresa. Todos deben ser responsables y hacer algo para restaurar una relación sana con los demás y la Madre Tierra
Wanjira Mathai, la hija de Nobel de la Paz Wangari Maathai, trajo noticias a París acerca de un nuevo movimiento llamado AFR100 – la Iniciativa para la restauración de la de los paisajes forestales en África – [que] tiene como objetivo restaurar 100 millones hectáreas (386.000 millas cuadradas) de deforestadas y degradadas del paisaje en África en 2030.
Y Kumi Naidoo, Director de Greenpeace, sin dejar de reconocer las deficiencias del Acuerdo de París, lo ve como el comienzo de un largo camino. Es la nueva generación que debe asumir el desafío: “Necesitamos un cambio sustancial, estructural, sistémica – y este cambio sólo podemos ser guiados por los jóvenes, que no están infectados por la polución política del pasado.”
Esto nos lleva a otro acuerdo del mes pasado, que no ha recibido mucha atención, pero que fue dirigida por los de la nueva generación que buscan “un cambio sustancial, estructural, sistémica”.
Romeral Quintilla Ortiz nos cuenta cómo ella y otros miembros de UNOY (La Red de Jóvenes Constructores de la Paz) lanzaron una campaña para desarrollar “un marco global que reconoce y garantiza el papel de los jóvenes en la paz y la prevención la violencia”. Ellos desarrollaron alianzas con actores clave, como el Enviado Personal del Secretario General sobre la Juventud, Search for Common Ground, Visión Mundial y agencias de la ONU, como el PNUD, entre otros. Como se describió anteriormente en CPNN hace dos años, llegaron a la ONU en Nueva York para cabildear por la iniciativa.
En el 9 de diciembre, como resultado de sus esfuerzos, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 2250 sobre la Juventud, Paz y Seguridad. La resolución pide a los Estados miembros a “facilitar un clima propicio para los jóvenes para prevenir la violencia, y crear políticas que apoyan a los jóvenes el desarrollo socio-económica y la educación para la paz con el fin de dotar a los jóvenes con la capacidad de participar en los procesos políticos.”
Acogiendo con satisfacción la aprobación de la resolución, Romeral y UNOY ahora piden a todos los jóvenes Constructores de Paz a unirse a ellos en los próximos pasos.
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