. IGUALDAD HOMBRES/MUJERES .
Un artículo de Cecilia González en RT.com (televisión ruso )
Al grito de ‘Un día sin nosotras’, millones de mexicanas participan este lunes [9 de marzo] del Paro Nacional de Mujeres cuya convocatoria nació en medio de la creciente ola de indignación por los femicidios y se amplió a la larga lista de demandas de la agenda feminista.
Video sobre la manifestación en el Día Internacional de la Mujer, Ciudad de México, 8 de marzo de 2020. Foto: Gustavo Graf / Reuters
Después de la masiva marcha del domingo, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, trabajadoras públicas y privadas están llamadas a ausentarse de oficinas, bancos, supermercados, restaurantes, cafeterías, periódicos, tiendas y todo tipo de centros laborales. Las mujeres que adhirieron tampoco realizarán tareas domésticas para visibilizar así su peso en la economía y en la sociedad y denunciar las múltiples vertientes de la violencia de género.
Una encuesta publicada la semana pasada por el diario El Financiero reveló que la huelga contaba con el apoyo del 67 % a nivel nacional y que el 57 % de las mujeres pensaba sumarse, lo que demuestra el avance de la revolución feminista que recorre el mundo y que este año aquí está escribiendo un capítulo aparte.
En México, el 51 % de la población y el 52 % de los electores son mujeres. Y ellas votan más. De acuerdo con datos oficiales, en las elecciones presidenciales de 2018, que ganó Andrés Manuel López Obrador, el 66,2% de los votantes fueron mujeres.
10 mujeres asesinadas cada día
Pero la inequidad persiste. Un estudio del Observatorio Internacional de Salarios Dignos y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos estima que a diario las mexicanas realizan trabajos por un valor de alrededor de 3.000 millones de dólares, pero solo una tercera parte es remunerado.
De acuerdo con el Observatorio de Trabajo Digno de la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, en el país los hombres ganan un 16 % más que las mujeres. La brecha salarial se amplía a un 30 % en el sector público.
La desigualdad se repite en otros rubros. Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social señalan que hay más mujeres que hombres en situación de pobreza: 27,3 millones frente a 25 millones.
Informes de la organización Reinserta, en tanto, concluyen que los tribunales les imponen a las mexicanas un promedio de cinco años más de condena que a los hombres.
La violencia se impone. El año pasado, en el país hubo 51.146 denuncias por violencia sexual en contra de las mujeres. Implicó un aumento del 19,1% con respecto a 2018. La tendencia sigue a la alza. También en 2019, en México mataron a 10 mujeres cada día. Hace tres años, el promedio era de siete mujeres asesinadas.
Por eso los femicidios se convirtieron este año en tema central de la conversación pública en México e impactaron de lleno en la agenda política de López Obrador.
El Paro Nacional de Mujeres comenzó a germinar en redes sociales en medio de la conmoción por los asesinatos de Ingrid Escamilla, una joven de 25 años que murió apuñalada y desollada, y de Fátima, una niña de siete años que fue encontrada tirada en una bolsa, con signos de tortura.
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Protecting women and girls against violence, Is progress being made?
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Cuando ocurrieron los crímenes, el fiscal general Alejandro Gertz Manero estaba envuelto en una polémica por su propuesta de eliminar la tipificación de “femicidio” para calificarlo como “homicidio agravado”. La intención, según él, era mejorar la investigación e impartición de justicia, pero organizaciones feministas advirtieron que ello eliminaba el componente de género en el asesinato. El presidente rechazó la iniciativa, pero en una conferencia de prensa se molestó y advirtió que no quería que solo se hablara de los femicidios porque él pensaba promover la rifa del avión presidencial.
Críticas al gobierno de López Obrador y oportunismo de la derecha
Las movilizaciones contra los femicidios arreciaron. El presidente respondió con un decálogo contra la violencia a las mujeres plagado de lugares comunes como “proteger la vida de todos los seres humanos”, “es una cobardía agredir a la mujer”, “se tiene que respetar a las mujeres” y “castigar a los culpables”. No presentó estrategias, políticas ni objetivos concretos. Más tarde habló de “una crisis profunda de valores”, de “decadencia” y de que “sólo siendo buenos podemos ser felices”. Convocó “a seguir moralizando, purificando la vida pública” y culpó de los femicidios al neoliberalismo.
Cada declaración irritaba más a varias agrupaciones feministas, pero el presidente sorprendió todavía más cuando les pidió que sus protestas fueran pacíficas y ya no pintaran puertas y paredes de edificios públicos.
Fue en esos momentos que la colectiva Brujas del Mar recogió el malestar social y a través de Twitter convocó al Paro de este lunes. La adhesión fue inmediata y masiva.
En respuesta, López Obrador denunció el oportunismo de sus “adversarios”, los “neoliberales”, “los conservadores” y “la derecha”, que apoyaron y promovieron la jornada solo para criticar al gobierno, como el caso del histórico y derechista Partido Acción Nacional que impulsó el Paro, pero ratificó su rechazo al aborto a pesar de que es una de las principales exigencias feministas.
La polarización política que predomina en México construyó la falsa idea opositora de que la huelga era contra López Obrador, aunque las luchas feministas exceden gobiernos. Pero el presidente tampoco dio muestras de entender al movimiento de mujeres y siguió acumulando respuestas desafortunadas. Anunció, por ejemplo, que la rifa del avión presidencial se haría el 9 de marzo, es decir, el mismo día del Paro feminista. Fueron tantas las críticas que tuvo que cambiar la fecha.
Las reacciones del presidente podrían explicar, según una encuesta publicada la semana pasada por el diario El Universal, que el apoyo de las mujeres a su gobierno haya disminuido en un 24,6 % durante los últimos 12 meses.
Uno de los escasos logros en la agenda de género que puede presumir López Obrador, es que es el único presidente que ha designado un gabinete con paridad de género. De hecho, en medio de la crisis política desatada por los femicidios, la semana pasada sus ministras se mostraron juntas por primera vez y aseguraron que el mandatario sí entiende al feminismo y que los derechos de las mujeres son una prioridad.
El viernes, sin embargo, López Obrador se negó a definirse como feminista. “Soy humanista”, dijo.
Más allá de las disputas políticas, el Paro logró que en medios de comunicación, en redes sociales, en los hogares y en los lugares de trabajo se hablara de femicidios, aborto, salarios inequitativos, falta de guarderías, presiones culturales, la misoginia generalizada y el acoso.
Las agresiones contra las mujeres se visibilizaron y se discutieron más que nunca, pero también demostraron que todavía falta mucho trabajo por hacer para erradicar la inequidad y las violencias de género en el país.