. . PARTICIPACIÓN DEMOCRATICA . .
Un artículo de Comunicacion y paz
El manifiesto que a continuación se presenta ha sido consensuado por el capítulo de España de la Unión Latina de Economía Política de la Comunicación, la Información y la Cultura (ULEPICC-España) y la Red de Investigación en Comunicación Comunitaria, Alternativa y Participativa (RICCAP). La iniciativa surge impulsada por las presentaciones y diálogos que se desarrollaron en el marco del VIII Congreso Internacional Comunicación y Paz de ULEPICC-España (Universidad Complutense de Madrid, marzo de 2023) y del II Congreso Internacional de Comunicación y Ciudadanía de RICCAP (Universidad de Extremadura, mayo de 2023).
Con él se urge a medios de comunicación y representantes políticos a cuidar los análisis y representaciones que se ofrecen de los conflictos, así como a dar pasos firmes para actualizar el sistema de medios y mejorar su papel en la prevención y resolución pacífica y justa de los conflictos. Asimismo, anima a la comunidad académica y a la ciudadanía a implicarse en los procesos de paz desde la corresponsabilidad y la participación.
A corto plazo, propone una guía de buenas prácticas periodísticas y comunicativas. Si bien la estructura, modelo de negocio y culturas periodísticas dominantes en los medios de comunicación suponen importantes obstáculos para su implementación, animamos a que la profesión aproveche las oportunidades para avanzar hacia la Comunicación de Paz. A medio plazo, plantea la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales que creen las condiciones necesarias para hacer efectiva la Comunicación de Paz de manera sistemática. El manifiesto incluye una agenda de prioridades para favorecer la democratización en el acceso y la producción de los contenidos, así como en la propiedad y la gobernanza de los medios y la comunicación. Para ello, es fundamental alcanzar acuerdos mediante la participación y la solidaridad entre todos los actores implicados en la transición hacia la paz y la justicia social y ambiental. La mejora del sistema de comunicación, junto a la transformación de las estructuras ecosociales y geoestratégicas, redundará no solo en poner frenos a la barbarie organizada de la guerra, sino en el buen convivir de la ciudadanía, la mejora de la autonomía y las condiciones laborales del conjunto de profesionales de la comunicación y el aumento de la credibilidad del periodismo.
El Manifiesto de #ComunicaciónyPaz es un documento vivo, por lo que te animamos enviar tus sugerencias para fortalecerlo a comunicacionypaz@ulepicc.org. Todas las personas, medios, asociaciones y grupos de investigación que compartan sus principios y propuestas están invitadas a firmarlo
Por una Comunicación de Paz que favorezca la justa transformación de los conflictos y ayude a detener las guerras, a reconstruir las relaciones desde la reconciliación y a crear estructuras sociales y geoestratégicas más igualitarias.
Por una justicia comunicativa que impulse la justicia social y medioambiental mediante la participación colectiva y democrática.
Por la mejora de la calidad del periodismo, de la comunicación y por la radicalización de la democracia.
Frente a las coberturas mediáticas que marginan las causas, los contextos y las soluciones, reproduciendo el conflicto y la violencia estructural.
Frente a los medios que no actúan como contrapoder sino como cómplices del complejo militar-industrial al servicio de las estructuras de poder dominantes.
Frente a la aparición o prolongación de conflictos bélicos que se nos presentan como irresolubles…
Este Manifiesto urge a medios de comunicación y a responsables mediáticos y políticos a:
1. Procurar un diagnóstico profundo y contextualizado de los matices, las raíces, los resultados y las responsabilidades de cualquier conflicto, retratando la complejidad de los problemas ecosociales desde sus elementos estructurales.
2. Impulsar enfoques que incluyan las voces de quienes sufren las consecuencias de los conflictos y que prioricen a los agentes promotores de la transformación y el diálogo.
3. Apoyar las salidas sociales, negociadas y diplomáticas para la resolución de cualquier conflicto, ofreciendo ejemplos y evidencias prácticas que han resultado exitosas en el pasado.
4. Realizar un trabajo periodístico preventivo, lento y contextualizado que contribuya a la distensión de los conflictos y priorice las perspectivas de paz, antes, durante y después del estallido de la violencia.
(El artículo continúa en el lado derecho de la página)
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How can we develop the institutional framework for a culture of peace?
(El artículo continúa de la parte izquierda de la página)
5. Prevenir la representación negativa y estereotipada de los grupos sociales históricamente marginalizados, trazando una línea roja para evitar coberturas periodísticas abocadas al odio o la discriminación.
6. Fomentar una comunicación comunitaria y de proximidad para entender las raíces globales de los problemas locales.
7. Defender y promocionar la consecución de los derechos humanos (y otros derechos emergentes) como criterio de noticiabilidad, evitando discursos legitimadores de los conflictos, así como la falsa objetividad y la falsa equidistancia.
8. Proporcionar vías para que la ciudadanía y sus organizaciones accedan, participen, o se apropien del sistema de medios de cara a representar sus culturas, derechos, intereses y soluciones de paz y diálogo.
9. Procurar encuentros entre periodistas, universidades y tercer sector para favorecer el diálogo social y compartir conocimientos sobre los conflictos y las prácticas de paz.
10. Transformar el marco de seguridad individual desde el discurso belicista por uno de seguridad positiva y compartida, basado en narrativas restaurativas y valores de participación, igualdad, codependencia y justicia ecosocial.
Consideramos que todas estas son prácticas que los medios pueden empezar a aplicar, en mayor o menor medida, mediante la puesta en marcha de protocolos para identificar sesgos ideológicos y carencias, así como de guías de buenas prácticas que orienten los procesos de producción de contenidos hacia el periodismo y la Comunicación de Paz.
Sin embargo, la producción sistemática de Comunicación de Paz también requiere de reformas estructurales profundas que generen condiciones que permitan a la profesión periodística ser libre de los intereses económicos e ideológicos de los conflictos y las violencias. La historia y el análisis crítico de las coberturas y tratamientos actuales muestran que los grandes medios y empresas tecnológicas tienden a promover las narrativas dominantes sobre el conflicto y la guerra, lo que contribuye a la propaganda interesada de sólo una de las partes y evita las posiciones críticas favorables a su prevención y resolución. Con la popularización de las redes tecnológicas se ha producido una expansión de las noticias falsas y los discursos de odio que, azuzados por la ultraderecha y los negacionismos (científico, climático, de género, etc.), cargan contra los sectores más desfavorecidos y promueven posiciones extremas de confrontación y polarización social y afectiva.
Más allá de la violencia directa, existen desigualdades estructurales, culturales y simbólicas más invisibles, que resultan tan amenazantes como la primera y que muchas veces son desatendidas a favor del actual modelo económico de los medios. La dataficación de la experiencia social y la vigilancia masiva mediante big data son fenómenos fundamentales de violencia que, basados en su opacidad, son capaces de influir decididamente en las conductas sociales de acuerdo con los intereses económicos y políticos dominantes. Asimismo, la lógica empresarial de la maximización del beneficio ha llevado a la proliferación del clickbait en los medios privados como modelo de consumo y negocio. Estos fenómenos, centrales en los sistemas de medios actuales, se oponen a la justicia de datos, la transparencia empresarial, la privacidad de los usuarios, la integridad, la ética profesional y las prácticas mediáticas de un auténtico servicio público independiente. La más reciente amenaza proviene del uso acrítico de la inteligencia artificial en el periodismo, en casos como la redacción íntegra de las noticias sin contrastación de fuentes o sesgos de clase, género, cultura o etnia.
Para existir, la paz no solo requiere la ausencia de violencia física, sino también la promoción de ideales de justicia social, económica y medioambiental que contribuyan a erradicar las violencias estructurales. En la coyuntura actual, y alimentadas sobremanera por los conflictos y sus intereses económicos, ideológicos y culturales, se está revelando la enorme amenaza que suponen problemas históricos como las desigualdades de clase, etnia y género, las crisis económicas cronificadas y la emergencia climática.
En este contexto, es igualmente necesario analizar, criticar y mejorar tanto el uso y acceso como el propio impacto de los dispositivos tecnológicos que otorgan soporte material a las comunicaciones en las diferentes fases del sistema económico lineal contemporáneo: extracción, producción, distribución, consumo y generación de residuos. Sin una educación mediática y una concienciación ambiental que favorezcan estructuras y prácticas para un acceso más justo, igualitario y ecosostenible a las tecnologías no será posible fomentar la eliminación de las violencias y los conflictos. En este sentido, es absolutamente necesario abrir una conversación social sobre la actual relación dañina entre tecnología, paz y sostenibilidad medioambiental para pensar alternativas viables.
Asimismo, a partir del análisis crítico del sistema mediático dominante, es imprescindible pensar e implementar políticas públicas que impulsen reformas estructurales que faciliten la democratización en el acceso, la producción, la propiedad y la gobernanza de los medios de comunicación. Ello redundará en beneficio del conjunto de profesionales de la comunicación, su autonomía, condiciones laborales y motivación. Más tiempo, seguridad, incentivos y libertad para informar y comunicar favorecerán el buen hacer periodístico y las prácticas comunicativas que contribuyan a visibilizar las iniciativas de paz y la justicia ecosocial.
Fenómenos impulsados autoritariamente como la guerra, la desigualdad y la polarización, por un lado, y la paz, la diversidad y la construcción de los comunes, por otro, son extremos en una disputa actualmente en curso en la que diferentes intereses se contraponen con una correlación de fuerzas profundamente asimétrica. Solo juntándonos y generando espacios de reflexión, empoderamiento y acción colectivas seremos capaces de inclinar la balanza a favor de la profundización democrática en una sociedad de personas libres e iguales.
En el afán de contribuir a dichos procesos, hoy, como ayer, reflexionamos, compartimos y gritamos el “No a la guerra” y a la agudización de los conflictos. Por eso, ofrecemos nuestra colaboración a los movimientos comprometidos con la paz y la justicia ecosocial. Necesitamos una democracia real, para no tener que gritar
NUNCA MÁS